José María Cancer “La constancia y la perseverancia son la clave para conseguir grandes cosas”

Desde el momento en que comienzas a conversar con José María, ingeniero industrial por ICAI, adviertes que su mente es un torbellino de creatividad y determinación. Con una sonrisa amigable y una mirada brillante, su pasión por la innovación es contagiosa y su enfoque ingenioso te atrapa instantáneamente.

Su liderazgo se caracteriza por un enfoque holístico y una visión de largo alcance. José María entiende que el éxito no se trata solo de resultados financieros, sino de crear un impacto positivo en la sociedad.

Enhorabuena por ganar el premio Professional Engineer por AIPE. ¿Qué significado tiene este reconocimiento para ti?

Para mí es un honor y supone una gran satisfacción que sean mis propios compañeros del mundo de la ingeniería quienes me hayan elegido para este reconocimiento.

El premio no significa un reconocimiento a mi trayectoria, sino a los primeros 32 años de mi trayectoria, pues mientras Dios me lo permita, pienso seguir activo mucho tiempo

Durante la ceremonia, Javier Iriondo dio una conferencia inspiradora. ¿Podrías compartir con nosotros alguna idea clave o mensaje que hayas tomado de esa charla y cómo planeas aplicarlo en tu trabajo como ingeniero?

Creo que nos mostró con un ejemplo tan contundente como su propia experiencia personal el que la vida te puede cambiar muy rápidamente para mal por circunstancias ajenas a ti, pero que generando una proyección clara de lo que deseas para ti mismo en el futuro, y luchando por aproximarte a ella con constancia, se puede revertir todo.

La constancia y la perseverancia, algo que creo que nos retrata mucho a los ingenieros, son la clave para conseguir grandes cosas. Es a base de pequeños pasos y de tener la vista en el horizonte de donde uno quiere ir, como se llega al destino, aunque no sea fácil. Esto lo he aplicado siempre.

Soy muy “hormiguita” y estoy siempre trabajando, avanzando, generando. Nada espectacular cada vez, pero siempre hacia adelante.

AIPE reconoce tus logros en el campo de la ingeniería. ¿Podrías contarnos un poco sobre los proyectos o contribuciones destacadas que te llevaron a recibir este premio?

Ya me gustaría a mí haber realizado cosas que hubieran cambiado realmente el mundo a mejor… Mi aportación ha sido simplemente la utilización de la tecnología para intentar satisfacer cada vez una necesidad o realizar una mejora de algún producto o proceso. Además, nunca hubiera sido capaz de hacerlo si no hubiera estado rodeado por un equipo muy capaz, más inteligente que yo, pero que se fiaba totalmente de mi intuición y de mis orientaciones. Así sacamos adelante en la época de KeelWit Technology 46 proyectos de ingeniería en áreas tan dispares como los túneles de viento horizontales y verticales, los triciclos y bicicletas eléctricas, la optimización energética de atracciones de parques acuáticos y de centrales de cogeneración, etc. en 11 países diferentes.

Esa empatía con las necesidades de tus clientes me ha llevado también a ser partícipe de un total de 8 patentes y modelos de utilidad y de 3 diseños comunitarios que buscaban resolver algo que había detectado como positivo y que no existía aún, o que podía ser mejorado.

Últimamente también he impulsado que el centro de I+D de MAPFRE que actualmente dirijo, que se llama CESVIMAP, haya sido el primero en reconvertir en acumuladores de energía renovable las baterías de vehículos eléctricos que han sufrido un siniestro total. Eso es un avance importante en economía circular, tan necesaria en una sociedad que consume ingentes recursos naturales.

Sin embargo, a veces un ingeniero se siente especialmente orgulloso de cosas más insignificantes o de efectos colaterales de su trabajo. En mi caso recuerdo que no pude evitar llorar de orgullo y alegría cuando vi que una ONG que ayudaba a niños con parálisis cerebral les traía al túnel de viento vertical para Indoor Skydiving que construimos en Madrid (Madrid Fly) porque la emoción de la sensación de volar les activaba cerebralmente y les arrancaba gritos de alegría, palmadas ilusionadas, sonrisas de oreja a oreja… Fue un momento mágico.

La inteligencia artificial es un campo en constante evolución. ¿Cuál crees que es el papel más importante de la inteligencia artificial en el desarrollo de la ingeniería y cómo ves su futuro en la industria?

Como toda tecnología, hay que saber utilizarla para bien, porque también puede entrañar riesgos si se utiliza “alegremente”. No tengo ninguna duda de su capacidad para aligerar y simplificar tareas, pero creo que no debemos hacer que sustituya en todos los casos a nuestro propio raciocinio. He visto a mi hijo utilizarla para comparar las líneas de programación preparadas por él para un trabajo (estudia ingeniería de telecomunicación) con lo generado por la IA.

Claramente la IA había optimizado la manera de anidar subrutinas y el programa funcionaba igual, pero con menos líneas. Eso le permitió cambiar y mejorar su propio programa y saber cómo orientarlo la siguiente vez. Lo que no quiso hacer fue utilizar directamente lo que la IA le diera sin que le aportara valor a su propio trabajo o sin que él hubiera participado en su génesis.

Actualmente trabajo con la aplicación de IA al reconocimiento de imagen para automatizar y acelerar la detección de daños en un coche a la hora de suscribir un seguro, pero eso no significa que no usemos siempre a un ingeniero, perito del automóvil, para valorar los daños en un golpe más grave o en el 100% de los casos en los que hay daños personales, porque su criterio es muy relevante y no queremos deshumanizar la toma de determinadas decisiones.

Por otro lado, estamos introduciendo IA en la generación de un pricing dinámico en las piezas recuperadas de los vehículos siniestrados para darles una segunda vida. Hasta ahora nos basábamos en el conocimiento de un técnico para hacerlo, pero utilizaba tan solo 5 a 7 variables para hacer su trabajo, mientras que la IA maneja cerca de 20, con más precisión y a mayor velocidad. Nuevamente, es el ingeniero quien valida las reglas que la IA genera a partir de su exploración, pues de no haber supervisión, aunque nos enriquezcamos porque aparezcan factores antes no detectados, se puede introducir un sesgo en el pricing.

Ser reconocido como un “Professional Engineer distinguido” implica un alto nivel de experiencia y habilidades. ¿Podrías compartir algunos consejos o lecciones aprendidas a lo largo de tu carrera que consideres valiosos para otros ingenieros?

El más claro es el convencimiento de que es imprescindible la formación permanente y la curiosidad.

La obtención de un título no supone más que la validación de unos conocimientos en un momento concreto, pero eso es solo un fotograma.

 La vida de un ingeniero es una película, evoluciona fotograma a fotograma y por eso tus conocimientos tienen que forzosamente adaptarse, actualizarse y enriquecerse de la misma manera que las competencias se acrecientan de manera natural a medida que te enfrentas cada vez a proyectos nuevos, en ámbitos diferentes.

Otra de las recomendaciones es aprovechar los conocimientos adquiridos y la experiencia ganada para poder “conectar puntos”. Uno de los grandes retos es saber extrapolar lo aprendido en un campo para, mutatis mutandis, aprovecharlo en otro campo totalmente diferente.

¿Cuáles son tus próximos desafíos o proyectos a los que te gustaría dedicarte en el futuro? ¿Hay algún objetivo particular que te gustaría alcanzar en tu carrera?

No me planteo grandes desafíos. Solamente lucho por divertirme cada día con lo que hago en mi trabajo. He tenido la suerte a lo largo de toda mi vida profesional de poder elegir yo cuándo me parecía que mi trabajo ya no me ilusionaba y entonces cambiar de empresa, de filial, o de campo de actividad.

Quizás mi siguiente pequeño reto sea escribir un segundo libro tras el éxito de “Sienta a Esopo en tu Consejo”. En él plasmé, bajo 14 moralejas de fábulas tradicionales de Esopo y de La Fontaine otras tantas experiencia profesionales de los 8 años en los que dirigí mi propia empresa de ingeniería. Con el tiempo te das cuenta de que decisiones acertadas y equivocadas en tu trabajo a menudo ya fueron explicadas con otro trasfondo y puestas en boca de ranas, conejos, escorpiones o comadrejas. La sabiduría popular que hay detrás de una fábula es básicamente sentido común, un ingrediente fundamental en la vida de un ingeniero, pero también de todo directivo o miembro de un consejo de administración.

Actualmente esbozo personajes y situaciones en torno al mundo de la innovación bajo un formato de cuento, que espero que también sepa transmitir lo que estoy aprendiendo en ese campo en mi trabajo en MAPFRE. Creo que es una de las mayores responsabilidades de un ingeniero profesional: intentar que sus aprendizajes no se pierdan con él, sino que se transmitan a las jóvenes generaciones para que la ingeniería no cese nunca de progresar. Aparte de dar clases de posgrado y de pertenecer a Consejos Asesores, escribir artículos y libros es una buena manera de hacerlo.